Javier Cercas: «Cuando un escritor se imita a sí mismo está muerto»

Cercas protagoniza el miércoles 27 de octubre la jornada de Futuro en Español, con una charla que tendrá lugar en el Círculo Logroñés

Por Pío García

A Javier Cercas (Ibahernando, 1962) no le asusta el riesgo: se adentró en el territorio resbaladizo de la autoficción mucho antes de que aquello se convirtiese en una moda internacional, convirtió el 23-F en una narración detallista y absorbente, buceó en las imposturas de un falso superviviente de los campos de concentración nazis… Ahora se ha embarcado en la aventura de escribir una tetralogía de novela negra, protagonizada por un policía con heridas interiores, Melchor Marín. Ya lleva dos títulos: ‘Terra Alta’ e ‘Independencia ‘. En vísperas de su visita a Logroño, en donde participará en las jornadas de Futuro en Español (miércoles 27, 19.30, Círculo Logroñés), Javier Cercas atiende al periodista por teléfono desde Sevilla. Habla con acento catalán y conversa con pasión, casi torrencialmente.

– Usted siempre ha sido un autor que ha desafiado los clichés tradicionales de los géneros literarios y de pronto desemboca en un género tan marcado como la novela negra. ¿Por qué?

– Todos los géneros son géneros marcados. Borges decía que todas las novelas son novelas policiales. Estoy de acuerdo. Todas mis novelas y todas las novelas que a mí me importan son de algún modo novelas policiales. En todas hay un enigma y alguien que intenta resolverlo. Es cierto que estas dos novelas se parecen más a lo que llamamos novelas policiacas, pero porque hay un señor que es policía. Nada más. Y yo no fui a buscar un policía. El policía me llegó. Yo me puse a escribir una novela sobre un tipo que se llamaba Melchor Marín, que estaba lleno de oscuridades y de furia, y en un momento dado me di cuenta de que era policía. Y surge también por la voluntad de renovarme. Dices que he desafiado las convenciones de género…

– Sí, o al menos sus fronteras.

– Pues cuando ya las has desafiado, el siguiente desafío es hacer otra cosa. Lo que no entiendo es cómo puede haber novelistas que se llaman experimentales y escriben siempre la misma novela. Eso no es ser experimental; eso es ser muy conservador. Cuando acabé ‘El monarca de las sombras’, que era mi novela más personal y más difícil, yo sentí que ahí terminaba algo y tenía que empezar otra cosa. Había hecho novelas con mezcla de géneros, había hecho autoficción cuando nadie lo llamaba así, había hecho novelas sin ficción… Necesitaba reinventarme. Cuando un escritor se imita a sí mismo está muerto. Un escritor que no corre riesgos no es un escritor, sino un escribano. Le puedan dar premios y tener muchos lectores, pero está muerto. Yo he llegado a estas novelas, como a las anteriores, por afán de experimientar.

– La novela negra arrastra un cierto estigma.

– Todavía hay gente –lectores snobs, críticos snobs– que piensa que el género policial es un género menor. Quien piensa esto no sabe lo que es la literatura. No existen géneros mayores o menores, sino formas mejores o peores de usar los géneros. Hay grandes escritores de novela negra (Poe, Borges, Sciascia) y también los hay mediocres y malos. Lo mismo sucede con la tragedia o con cualquier otro género. En definitiva, solo hay dos tipos de novela: la buena y la mala. El resto es verborrea. El problema añadido de este tipo de novelas es que son populares. Y eso choca con una de las grandes supersticiones literarias de nuestro tiempo, según la cual la buena literatura es solo la secreta, la minoritaria, la de catacumbas. Esa es una mentira con poco más de un siglo de existencia. Cervantes escribió una novela enormemente popular, un best-seller absoluto, El Quijote. Shakespeare también era enormemente popular en su época. Como Dickens, Balzac… Lo demás son prejuicios. También me han dicho que había buscado provocar… De entrada, no fue esa mi intención, aunque quizá, a la larga, sí que haya algo de provocación contra el esnobismo y la estupidez.

GÉNERO NEGRO

«Solo hay dos tipos de novela: la buena o la mala. El resto es verborrea»

– Pero incluso algunos autores fomentan ese esnobismo. John Bainville se inventó un pseudónimo (Benjamin Black) para firmar sus novelas policiacas y él mismo da a entender que las escribe como divertimento.

– El caso de Bainville es curioso. Es probable que las novelas de Benjamin Black sean mejores que las de Bainville. Hay libros supuestamente serios suyos que me parecen de una pesadez insoportable. En cambio –y sin tampoco ser grandes novelas– ha encontrado en Benjamin Black una forma de decir cosas que no había dicho. Pero sí, Bainville parece preocupado de que se diga que escribe novelas policiacas. A mí me la sopla, francamente.

– ¿Ha ajustado de alguna manera su estilo al género? Da la impresión de ser más veloz, más desnudo…

– Yo creo que no. Es mi estilo. Escribir novelas consiste en un juego cuyas reglas va descubriendo el escritor a medida que escribe y el lector a medida que lee. Cada novela crea sus propias reglas y en buena medida su escritura. Pero si me preguntas si yo he intentado adaptarme a un supuesto estilo de novela policiaca, la respuesta es absolutamente no. Eso no existe. Compara el estilo de Sciascia con el de Borges. No se parecen en nada. Por otro lado, yo nunca me he caracterizado por escribir de forma solemne o pomposa. ‘Soldados de Salamina’ es una novela escrita de manera directa, lo más precisa, veloz y cortante posible.

– ¿El género negro es el más adecuado para describir lo que ha pasado en Cataluña? Siempre se ha dicho que el género negro es muy útil para describir el trasfondo oscuro de la sociedad.

– Eso lo dicen hasta los escritores, pero yo no le veo el más mínimo sentido. No creo que haya un género más apto que otro para determinadas cosas. En absoluto. Dicho esto, es verdad que esta novela tolera una lectura política. El tema de estas novelas no es lo que ha ocurrido en Cataluña en los últimos años, pero sí ha sido su carburante. Lo primero que vislumbré es a un tipo joven lleno de furia, de dolor, de ansias de venganza. Descubrí que era policía cuando entendí que el tema de estas novelas era la relación entre la justicia y la venganza, algo que jamás había tratado. Y la furia de este tipo es mi furia; su dolor es mi dolor; sus deseos de venganza son los míos. Ese tipo encarna mi parte maldita, esa parte maldita que llevamos todos dentro. Es verdad que en esta novela hay también un retrato realista de las élites políticas catalanas, que son las grandes responsables de lo que ha ocurrido en Cataluña. Hay una cierta venganza. Lo que hace Melchor Marín en esta novela es lo que yo no puedo hacer en la realidad. Para eso está la literatura.

– Un personaje de ‘Independencia’ afirma: «Mi padre decía que Cataluña siempre ha estado en manos de un puñado de familias. Ellos mandaban antes del franquismo, mandaron durante el franquismo, mandan después del franquismo y mandarán cuando tú y yo estemos muertos». ¿Lo comparte? ¿El ‘procés’ fue un intento de seguir mandando que se les fue de las manos?

– Eso no es solo una opinión de un pesonaje. Es un hecho. Hay muchos factores que explican el ‘procés’, pero ese es fundamental. Una élite, la que mandó con Jordi Pujol, temió perder el poder e hizo todo lo posible para no perderlo. Incluso engañar a la gente con la idea de una independencia rápida e indolora. Todas esas inmensas cantidades de mentiras se hicieron para no perder el poder. La crisis económica de 2008 arrambló con todos los gobiernos de Europa y ellos no querían verse arrastrados. Pero eso no es una opinión, sino que te lo cuentan ellos mismos. Otra cosa es que la prensa lo recoja.

EL ‘PROCÉS’

«La complicidad de la izquierda con el secesionismo es una catástrofe. La izquierda no puede ser nacionalista»

– Usted siempre se ha definido como un hombre de izquierdas. ¿Siente la izquierda española una especie de fascinación casi ‘contra natura’ por los nacionalismos?

– No es fascinación, es aún peor. La izquierda o es internacionalista o no es. Izquierda nacionalista es un oxímoron, una contradicción en sus términos. Y sin embargo en la España democrática ha habido una complicidad permantente de la izquierda con los nacionalismos.

– ¿Y eso por qué?

– En primer lugar por motivos históricos: el franquismo fue la manifestación más brutal del nacionalismo español y todo aquello que se oponía al franquismo era legítimo e incluso de izquierdas. Por tanto, un banquero como Jordi Pujol también parecía de izquierdas y estábamos con él. El secesionismo catalán actual es un movimiento insolidario y reaccionario y, al menos desde 2017, antidemócratico. Son ricos que no quieren pagar impuestos. Incluso el economista francés Piketty, que no es precisamente un señor de derechas, se lleva una sorpresa enorme cuando comprueba que dentro de la propia Cataluña son los más ricos los que apoyan la secesión. En segundo lugar, están los motivos estratégicos: hay que aliarse con Bildu y con ERC contra el PP y contra Vox. Son motivos estratégicos, pero no legítimamente políticos. Repito: la izquierda o es internacionalista o no es.

– ¿El encaje de la diversidad es imposible?

– Yo estoy absolutamente a favor de la diversidad en España, pero creo que apoyar movimientos insolidarios y reaccionarios no es la solución. España es un estado parafederal y yo estoy totalmente a favor de su federalización plena y también de defender las lenguas minoritarias. Ese es el gran desafío de España: conciliar la diversidad cultural y lingüística con la unidad política. Pero la complicidad de la izquierda con el secesionismo catalán es una catástrofe y profundamente contraria a los valores de la izquierda. Sé que este discurso es minoritario, aunque hay gente que empieza a darse cuenta. Es asombroso que una verdad tan evidente sea minoritaria y que cuando tú dices esto seas inmediatamente sospechoso de complicidad con el PP o con Ciudadanos. Es una tremenda tragedia de la izquierda española.

EL FUTURO DE ESPAÑA

«El gran desafío para España es conciliar la diversidad cultural con la unidad política»

– A usted le llueven palos por todas partes y más en Gerona, donde vive. ¿Tiene la impresión de estar demasiado solo?

– Yo soy tan mal verdugo como víctima. Escribo lo mejor que sé. Faulkner decía que la primera obligación de un escritor es ser de una honestidad total. Yo eso lo creo. Como diría Rafa Nadal, intento ser una persona correcta. Si estoy solo o no, que lo juzguen los demás. No quiero hacer un negocio de mí mismo.